Los medios suelen caracterizar a Bitcoin como una commodity virtual volátil capaz de optimizar la especulación de manera más eficiente incluso que el oro, las hipotecas de alto riesgo titulizadas y los tulipanes. Pero yo no lo veo así. Para mí, Bitcoin es un complemento transformador de los protocolos de comunicación en Internet, que creará nuevas redes de confianza, propulsará ecosistemas económicos masivos y generará valor duradero a largo plazo.
Más allá del debate acerca de si el funcionamiento de Bitcoin se asemeja más al de una commodity o al de una divisa, lo cierto es que presenta la blockchain, un libro contable distribuido que reside en decenas de miles de servidores de todo el mundo. Cada vez que una persona o entidad intercambia cualquier cantidad de bitcoins con otra, esa transacción se corrobora con este registro público y permanente de todos los intercambios Bitcoin de la historia.
La blockchain crea la posibilidad de “confianza sin confianza”. Las personas y entidades ya no necesitan conocerse ni confiar las unas en las otras para participar en intercambios de valor sin intermediarios y con garantías absolutas. Por eso, la blockchain reduce significativamente la necesidad de procesadores de pagos de terceros, así como las tarifas que ellos cobran. Elimina la posibilidad de fraude de la tarjeta de crédito. Crea nuevas posibilidades para los micropagos. (Es posible enviarle a alguien una fracción de un bitcoin y con cargos de transacción tan bajos que el Wall Street Journal y el New York Times podrían cobrar literalmente un centavo por artículo leído. AMC podría cobrar veinticinco centavos a quienes quieran ver el episodio más reciente de The Walking Dead sin comerciales). La blockchain facilita todos los tipos de comercio que trascienden las fronteras, en particular cuando involucran lugares donde no existen redes de tarjetas de crédito o sistemas bancarios robustos.
El protocolo blockchain no solo posibilita el intercambio de bitcoins independiente de la confianza, sino que también posibilita el intercambio de cualquier tipo de activo digital sin depender de la confianza: firmas de nombres de dominios, contratos digitales o títulos digitales de activos físicos como autos y casas. También es posible imponer diversas condiciones y potenciales acciones a los activos digitales almacenados en la blockchain: dicho de otro modo, en definitiva, Bitcoin es una divisa programable. Se puede utilizar para crear testamentos que se ejecuten automáticamente. Puede automatizar la distribución de dividendos y los servicios de escribanía y depósitos en garantía (escrow).
En líneas generales, el concepto de la blockchain y los tipos de transacciones que posibilita constituyen un complemento fundamental para Internet que tiene el potencial de expandir masivamente nuestras interacciones.
Lo que impresiona aún más de Bitcoin y de la arquitectura de confianza sin confianza que incorpora es que es de código abierto, es decir, es un bien público, una tecnología que no está sometida al control de una empresa que lo usa para su propio beneficio. Esta característica es un componente fundamental del valor y el éxito de Bitcoin a la fecha. Pero, a la vez, implica que los avances de Bitcoin Core, el software que impulsa el sistema, se produzcan despacio. Los desarrolladores voluntarios trabajan en el proyecto a su propio ritmo. Los cambios no se implementan hasta que se llega al consenso dentro de la comunidad de desarrolladores de Bitcoin.
Hoy en día, los cientos de millones de dólares de capital de riesgo que se invierten en empresas Bitcoin se destinan a productos y servicios de la capa superior, como carteras y exchanges de Bitcoin. Estos productos y servicios son extremadamente valiosos, dado que les facilitan a los usuarios particulares obtener y usar bitcoins y, como atraen tantas inversiones, están progresando a gran velocidad.
Para igualar ese ritmo, Bitcoin Core también necesita inversiones e innovación. No obstante, en estos momentos, lo que más estamos encontrando son desarrolladores que, a pesar de tener ideas innovadoras que podrían ampliar la funcionalidad básica de Bitcoin, están creando sus propias criptomonedas bifurcadas. Estas criptomonedas alternativas (altcoins) se inspiraron en los enfoques y el código de Bitcoin, pero todas operan de manera autónoma.
Si bien las altcoins dan origen a posibilidades nuevas e interesantes, Bitcoin es la plataforma donde se congregan los usuarios, los comerciantes y los emprendedores. Bitcoin es el lugar donde está el impulso. Es por eso que es importantísimo fomentar los esfuerzos de desarrollo que incrementan la capacidad y flexibilidad de Bitcoin Core, y hacerlo de manera tal que Bitcoin siga siendo un bien público, abierto y accesible a todos los usuarios y desarrolladores.
A causa de este bien público, yo mismo invertí en una empresa emergente (start-up) llamada Blockstream. Después de conversarlo en profundidad con mis socios de Greylock, decidimos que este enfoque era la mejor manera de alcanzar nuestras metas a largo plazo para el proyecto. En esta instancia, nuestro primer objetivo es acrecentar el bien público mediante el fortalecimiento general de la apertura y la funcionalidad del ecosistema Bitcoin con la tecnología de las “cadenas laterales” (sidechains). Generar ganancias para los inversores también es uno de nuestros objetivos, pero es de carácter secundario.
Entre los fundadores de Blockstream se encuentran Austin Hill y Adam Back. Conocí a Austin a fines de la década de 1990, cuando él era CEO de Zero-Knowledge Systems, una empresa pionera de la privacidad en Internet. Adam es el desarrollador de HashCash, el algoritmo al que recurrió el creador de Bitcoin, Satoshi Nakamoto, para generar y verificar las unidades monetarias del sistema Bitcoin. Juntos suman décadas de experiencia en los campos de la criptografía, la confianza y la identidad, en todos los cuales se inspiraron para esta nueva iniciativa.
El objetivo de Blockstream es expandir las funcionalidades de Bitcoin mediante la tecnología sidechain. Hoy en día, para los desarrolladores que quieren añadir a Bitcoin alguna característica o función significativa –por ejemplo, un refuerzo del anonimato– existen dos enfoques: desarrollar el software y cruzar los dedos para que lo adopte el equipo de desarrolladores principales de Bitcoin, o bien crear una altcoin totalmente nueva. El enfoque de las altcoins acelera la innovación. Pero, al mismo tiempo, implica no capitalizar –e incluso subvertir– los efectos de red derivados de la convivencia de desarrolladores, emprendedores, comerciantes, clientes y nodos entre pares (es decir, los servidores que alojan la blockchain de una criptomoneda) en una plataforma común, como Bitcoin.
Gracias a un proceso denominado “vínculo bidireccional por peg” (two-way pegging), las sidechains permiten a los desarrolladores agregar características y funcionalidades al universo Bitcoin sin modificar el código de Bitcoin Core. En consecuencia, la innovación se puede producir de manera más rápida, flexible y distribuida sin renunciar a la sinergia de una plataforma compartida con una moneda única.
Aun así, la implementación de las sidechains exigirá realizar cambios a Bitcoin Core. Pero esto no ocurrirá a menos que el equipo de desarrolladores principales de Bitcoin y, en sentido amplio, la comunidad Bitcoin en su totalidad se convenzan de que los cambios van a incrementar la utilidad general de Bitcoin y su estatus como bien público abierto y descentralizado.
Y es por eso que voy a participar en esta primera ronda de financiación como inversor individual, y por ese mismo motivo, el funcionamiento de Blockstream se va a asemejar al de Mozilla Corporation. En este caso, nos interesa principalmente mantener y potenciar el sólido ecosistema abierto de Bitcoin. Y la estructura que elegimos nos dará la libertad y la flexibilidad necesarias para priorizar el bien común en lugar de las ganancias de los inversores.
A la larga, estoy convencido de que este enfoque, que prioriza al ecosistema, va a generar valor económico masivo para todos los participantes del universo Bitcoin, incluidos los usuarios particulares, las empresas de todo tipo, los desarrolladores, los emprendedores y los inversores. Para capitalizar plenamente la arquitectura de confianza sin confianza que habilita Bitcoin, hacen falta muchos productos, servicios y empresas nuevos. Por ejemplo, hace algunos meses, encabecé la inversión de Greylock en Xapo, una cartera de Bitcoin.
A medida que Bitcoin evolucione, Blockstream va a cumplir un papel central para ayudar a sostener su ímpetu, porque va a facilitar la incorporación de nuevas funcionalidades a la plataforma. Y, a la vez, el éxito de Blockstream va a generar nuevas oleadas de innovación técnica y empresarial: va a contribuir a hacer de Bitcoin una plataforma abierta altamente adaptable sobre la cual se pueden construir una amplia variedad de productos y servicios complementarios.